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El Monasterio San Pablo de la Cruz está muy cerca de Carmen de Areco, ciudad argentina ubicada a poco menos de 200 kilómetros de Buenos Aires. Allí funciona el Centro de Espiritualidad María Reina de la Paz, fundado y coordinado por el Padre Gustavo Jamut.


La abadía fue creada gracias a un grupo de irlandeses que se esforzaron por cultivar su fe católica lejos de casa. Actualmente, está en manos de la Comunidad Evangelizadora Mensajeros de la Paz, una asociación privada de fieles que tiene la espiritualidad de la Renovación Carismática Católica.

Los comienzos del Monasterio

A mediados del siglo XIX, Irlanda sufrió una gran hambruna y muchos de sus habitantes decidieron migrar a otros países. Entre quienes viajaron a la Argentina, hubo quienes llegaron hasta donde hoy está el monasterio y donaron el predio en el que se ubica. Inicialmente, se construyó un colegio para la formación de los hijos de inmigrantes y, con el tiempo, el establecimiento se convirtió en una escuela agraria que recibió alumnos pupilos y alojó a algunos niños huérfanos.

Primeros inmigrantes irlandeses


En 1868, Thomas McGuire, dueño de la estancia San Patricio de Carmen de Areco, donó el terreno al padre Leahy para la construcción de un oratorio, lo cual pudo concretarse gracias a donaciones de vecinos. La capilla, que aunque fue bautizada San Patricio en honor al patrono de Irlanda era conocida como «McGuire’s chapel», fue ampliada en 1878.

Thomas McGuire

 

En 1884, el pequeño templo fue confiado a la Congregación de los Padres Pasionistas fundada por el sacerdote italiano Pablo Massari, quien vivió entre 1694 y 1775 y fue canonizado en 1867 como San Pablo de la Cruz. Desde sus años de juventud sirvió incansablemente a pobres y enfermos y trabajó siempre con intensidad para el bien de las almas.


El acompañamiento religioso y educativo de los pasionistas fue fundamental para la comunidad de inmigrantes. Cerca de la pequeña capilla se edificaron luego una iglesia, un monasterio y un cementerio, en el cual descansan los restos de numerosos sacerdotes que dedicaron su vida a misionar.

       
Capilla  Iglesia  Monasterio Cementerio

 
La piedra fundamental del monasterio fue colocada en 1888 por el superior de los pasionistas, el padre Fidel Kent Stonese. A la donación original de McGuire, se sumaron cuarenta hectáreas de Patrick Farrell, uno de sus compatriotas establecidos en la zona. Éste último donó además, en 1896, la imponente capilla San Pablo, que se inauguró con la bendición del entonces obispo de La Plata, Mons. Mariano Antonio Espinosa.

     
Placa en memoria de Patrick Farrell Patrick Farrell y Thomas McGuire Fidel Kent Stonese

 

Históricamente, el complejo funcionó como un centro de espiritualidad muy grande y fue un lugar de reunión para los descendientes de irlandeses. De hecho, ellos fueron quienes atendieron y cuidaron el predio durante una centuria.

Con el paso de los años, muchos de los irlandeses que habían vivido en el lugar, ya sea como alumnos pupilos o huérfanos hospedados en la casa de los pasionistas, se convirtieron en sacerdotes. Seguramente, quienes de niños habían tenido que enfrentar difíciles problemas, encontraron en el afecto de los padres de la congregación consuelo y fortalecimiento que sus corazones anhelaban.

Alumnos pupilos

 

Sin embargo, el colegio cerró sus puertas en 1960 y para la primera década del 2000 muchos de los sacerdotes que colaboraban en el monasterio habían fallecido, por lo que la congregación ya no pudo afrontar los costos de mantener el predio. Las instalaciones, que eran utilizadas para la realización de ejercicios espirituales, comenzaron a alquilarse para reuniones sociales.

Mientras tanto, según informaban por entonces periódicos argentinos, seguían oficiándose en la iglesia misas, casamientos y bautismos, siempre a cargo de los misioneros de la Congregación de los Padres Pasionistas.

Con todo, en 2007 la congregación decidió vender las 20 hectáreas del predio que contenían el templo, el colegio y el cementerio a una empresa interesada en instalar allí un hotel de campo. Los diecisiete sacerdotes pasionistas que servían en el monasterio pasaron a hacerlo en la iglesia de la Santa Cruz en el barrio porteño de San Cristóbal.

Los pobladores de Carmen de Areco y de localidades aledañas, inconformes con el destino del complejo, se movilizaron para que éste sea declarado monumento histórico, arquitectónico y paisajístico e incorporado al patrimonio cultural provincial. Así, al menos iba a garantizarse la preservación del paraje que además de sus significativos edificios cuenta con un lago y espacios verdes para el esparcimiento.

Por la misma época, el Padre Jamut presidía la parroquia San Roque en Buenos Aires y estaba formando el Centro de Espiritualidad de los Mensajeros de la Paz. En el marco de ese proyecto santo, buscaba un lugar de peregrinación y refugio para su gente. Durante la celebración de una misa, el Padre comentó su necesidad y uno de los feligreses le sugirió ir a conocer el monasterio San Pablo de la Cruz.

En la abadía se realizan retiros, ejercicios espirituales con el método de San Ignacio de Loyola y jornadas sobre diversas temáticas iluminadas por la fe. En general, éstas últimas son promovidas por los Mensajeros de la Paz, quienes se reúnen bajo la protección de María Reina de la Paz.

       

 

     


Geográficamente, el complejo consiste en un parque arbolado de varias hectáreas en donde se encuentran diversas instalaciones del monasterio.


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